La última jornada de la residencia en Jerez transcurrió sin prisa, como suelen hacerlo los finales que no quieren ser despedida, mientras unos ya viajaban de regreso, otros aprovechaban los últimos momentos de convivencia en Jerez, bajo el calor ya veraniego, para ordenar lo vivido, proyectar lo que vendrá y tomar decisiones pequeñas que, sin embargo, marcarán el rumbo de lo que está por venir en SONE.
El equipo local se reunió para concretar los próximos pasos del piloto y también para volver sobre las piezas cerámicas, que volvían a estar presentes, y su piel externa: ¿Qué esmaltes utilizar? ¿Cómo se integrarán las zambombas en los espacios públicos? ¿Qué formas adoptar para que sigan hablando del paisaje y desde el paisaje?
El cierre de este segundo taller residencial fue una llamada a seguir avanzando juntos en los actos y presentaciones públicas de SONE que tendrán lugar en Jerez en el mes de diciembre en forma de exposición y de rituales celebrativos vinculados a la zambomba.
Este es un proyecto que toma su nombre de la escritura superpuesta, un palimpsesto, en el que cada residencia suma una nueva capa de sentido. Lo esencial no es lo que se borra, sino lo que permanece: la escucha, el cuidado, el deseo compartido de imaginar paisajes vivibles, sostenibles, habitables. A su vez, SONE es una forma de afinar la mirada sobre lo cercano. Como las zambombas, SONE vibra al ser tocado: con el contacto de la comunidad, los elementos del paisaje, la memoria en cada material y expresión.